Vaya ejemplo de comportamiento el del Papa. Qué escasa su responsabilidad como líder religioso. ¿Qué puede él hablar de los de otras religiones calificadas habitualmente como radicales? ¿Qué sobre los que abogan por la Guerra Santa? ¿Qué sobre el trato del Islam radical hacia las mujeres? ¿Qué sobre las lapidaciones? ¿Qué sobre las locuras e incoherencias de otras religiones? ¿Quién es él después de las palabras pronunciadas en su reciente visita a África para criticar a nadie?
En un continente con millones de enfermos y muertos por el virus del SIDA; en un territorio con una enorme mortalidad por una enfermedad cuya incidencia ha disminuido en el mundo desarrollado precisamente por el uso habitual del preservativo; con miles de huérfanos y miles de niños infectados por el virus, hospitales atestados y sin medios para tratar a los enfermos por la carestía de los medicamentos; con pueblos y ciudades desgarradas por la última epidemia que les toca sufrir después de que en occidente casi la hayamos vencido. Con todo este panorama se le ocurre decir “que los preservativos incrementan el problema”
Quizás cree que es un castigo del Dios que dice representar por la promiscuidad pecadora de la gente; debe de creerlo, con ese planteamiento bochornoso que ha dado al problema.
Muy bien que se preocupen los curas por los concebidos y no nacidos, o incluso por los ni siquiera concebidos, pero se podrían preocupar un poco por los ya nacidos: los que mueren por el SIDA y el hambre en África y otros continentes subdesarrollados.
El Papa con su gesto melifluo, que pareciera que se las da de santo, y toda esa parafernalia megalómana de emperador, o de rey, esconde tras esa estudiada apariencia unas ideas nada piadosas, ni solidarias. Completamente lo contrario de lo que a simple vista se ve. Y es que, ¿quién puede fiarse de alguien que pretende ser el representante en la Tierra de un dios (ahí es nada); la encarnación de la bondad, del comportamiento correcto, del amor por las personas, del perdón, de la justicia?,... ¡venga ya!
lunes, 15 de junio de 2009
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