La violencia, las agresiones a mujeres, la muerte en carretera, la poca importancia que se da al medioambiente, la obesidad infantil, la inseguridad laboral, la suciedad de las calles, los botellones, etc.; todo se resume en la falta de cultura y educación de un porcentaje elevado de la población española.
La incultura es un problema de estado y, como tal, los ministerios y consejerías implicados deberían tomarlo así. No es sólo la educación en centros educativos, es también, la sensibilización y publicidad en los medios, o más leyes restrictivas de comportamientos y productos negativos; como se hace con el tabaco.
Hay cientos de posibilidades; una educación ambiental adecuada (ahora una transversal que no es nada en la práctica), sensibilización y prohibición de alimentos hipercalóricos,...
Quizás a algunos políticos les viene bien la incultura para sus propósitos de mantenerse en el puesto pese a lo que pese.
Arturo López Gallego