He recordado, al hilo de la reciente campaña de la Iglesia española, comparando a los “no nacidos”, con las especies protegidas, el porqué de la existencia de una asignatura denominada “Cristianismo y ecología” entre las materias de la licenciatura de Teología... ¿qué tiene que ver una cosa con la otra?:
Pues sí, la base de esa asignatura puede entenderse pensando en que la naturaleza, los seres vivos, todo lo que Dios ha depositado sobre el universo, ha de ser protegido como criaturas suyas que son. Esa es la razón principal de ser de esa asignatura.
Parece que esas enseñanzas se le han olvidado a Martínez Camino y al resto de integrantes de la Conferencia Episcopal... Sres. Obispos, a un lince ibérico se le protege por ser un tesoro biológico en riesgo de desaparecer, no por tratarse de un cachorrito al que dar cariño. Están mezclando en esa campaña aviesamente dos asuntos que no tienen nada que ver. Como si lo compararan, ya puestos, con la conservación de seres no vivos, como las iglesias, por ejemplo. ¿Porqué no lo hacen? Pues porque no tiene nada que ver una cosa con la otra; es evidente. Puede parecer esta comparación entre los niños no nacidos y la conservación de las especies protegidas una campaña ingeniosa, pero tiene un poso simplista (lo que denota una falta de respeto hacia la gente)y malintencionado dirigido a una buena parte de la población que no entiende la protección de nuestra naturaleza; que piensan que es excesiva. Están haciendo un daño a la naturaleza y a las especies protegidas sin necesidad. Un pecado, según sus creencias, en toda regla. El respeto que muestran hacia la sociedad, hacia el entorno donde vive, es mínimo, su sentido de la responsabilidad ínfimo.
En otro ámbito, y continuando con el símil de las asignaturas: a los obispos les falta, no ya por aprobar, sino por estudiar siquiera, una que la mayoría de las personas estudiamos, que no es otra que la de la crianza de los hijos, con las dificultades y luchas que conllevan: ¿qué saben ellos por ejemplo de la tragedia que es tener la vida de una hija (nacida y con su vida casi completamente desarrollada) amenazada por un embarazo no deseado o incluso impuesto violentamente? ¿Qué se piensan, que la gente decide abortar como algo frívolo? Cuando alguien llega a una decisión así es después de un gran drama; no hay ninguna mujer en el mundo (a no ser que sea una persona desequilibrada o enferma), que decida abortar como si se tratara de algo que se hace todos los días. ¿Qué saben ustedes de estas cosas, metidos en sus sotanas y en sus historias espirituales, sin tener que lidiar con la educación de los hijos? Ya me gustaría a mí verlos tratando de educar a hijos adolescentes.
¡Qué poco conocen las dificultades de la vida, Sres. Obispos!
martes, 17 de marzo de 2009
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